¿Si una persona de mi mismo sexo me atrae, “soy homosexual”, “soy gay”?

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No necesariamente.

Definamos primero qué es atracción. La atracción es afecto positivo hacia alguien, una fascinación, encanto, admiración e incluso seducción. 

Hay personas del mismo sexo que atraen por sus cualidades, porque poseen algo que te hace falta o admiras, por sus características físicas o porque realiza alguna actividad mejor que tú con excelencia y maestría. Se admira la fortaleza física, la habilidad, el atractivo, la personalidad, los talentos.

Pero eso no es una atracción de tipo afectivo sexual, se queda en un nivel de admiración. Todos tenemos esos modelos en la vida; en un nivel sano, queremos imitar sus cualidades. 

De hecho, hay una etapa en la niñez donde nos sentimos muy seguros de nuestros amigos y no sentimos ningún reparo en el abrazo, las niñas pasan tomadas de las manos unas de las otras, pero no es ningún tipo de atracción de carácter sexual. En esta etapa aún no ha llegado el momento de la atracción sexual al sexo opuesto.

Es importante recalcar que es un error en la Educación Sexual Integral (ESI) aceptar que este comportamiento en niños se deba considerar una “revelación de su género”.

Por otro lado, la AMS sí implica una atracción de tipo afectivo sexual, es decir que se llega a un punto de admiración, atracción y deseo, en el cual poseerle físicamente es el objetivo. 

Aquí es donde también se utiliza el término proyección al mismo sexo (PMS), porque proyecto en el otro lo que, según mi percepción, me hace falta y quisiera absorberlo con expresiones físicas y afectivas.

Este artículo es parte del capítulo 2.
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